Anécdotas de un mil usos
Soy ingeniero de profesión y mil usos por convicción, y el mejor lugar donde desarrollo mis habilidades es en mi casa. Si se requiere 1) reparar una fuga, 2) destapar una tubería, ahí estoy. Lo único que no he podido practicar como mil usos es ser el que manda, pero eso no es algo malo. De esa forma yo no me preocupo por tomar decisiones difíciles.
Ya me lo decían cuando me iba a casar: ¡Imponte!, imponte a que te van a mandar y también imponte a que se hace lo que ella diga.
La tarea: impermeabilizar
Todo empezó aquel día que apareció una simple gotera, por lo que me propuse impermeabilizar toda la casa.
Me dije: voy a impermeabilizar el techo de la casa y va a quedar bien hecho, o dejo de llamarme Juan Penas. Saben que es buena idea evitar usar nuestro nombre cuando hacemos ese tipo de promesas, imagínense que no pueda. Tengo toda la vida aprendiendo mi nombre y no es fecha para empezar a aprenderme uno diferente.
Llegado el fin de semana todo estaba listo, día soleado, días anteriores también soleados para permitir que la placa del techo estuviera seca y sin riesgo de tener humedad, herramientas listas, material listo.
Primer reto: subir al techo
Estoy seguro que muchos se han subido al techo de su casa. Incluso si la casa es de 2 pisos, pero, ¿lo han intentado sin escalera? Afortunadamente Hombre Araña viene dentro de la descripción del puesto de mil usos.
Ya en el techo, yo esperaba un letrero que dijera aquí es, pero no fue así. Ah qué goteras tan desconsideradas.
Primero lo primero: limpiar
Es increíble la cantidad de tierra que puede acumular un techo. Contrario a mi lógica de que las lluvias recientes lo habrían dejado limpio, no fue así ya que la tierra se acumula así sean pocos días.
Ya limpio el techo, y habiendo quitado la capa anterior de impermeabilizante, comencé con la aplicación de la primera capa, pero debido a que empecé algo tarde sólo terminé la mitad. Tanto por el avance como la emoción del trabajo manual me sentí muy bien.
Siguiente problema: bajar del techo
¿Recuerdan que les dije que no tengo escalera?
Usando las habilidades arácnidas, logré bajar sin tanto problema.
Segundo día: almuerzo y más trabajo
Al día siguiente, suenó el despertador y como que el cuerpo se puso de acuerdo para no responder. De nada sirve el haber descansado ya que todo el cansancio del día anterior llega precisamente cuando suena el despertador.
Por ser Domingo, y como buen regiomontano, primero fui por la barbacoa. Buscando nuevas opciones y con lógica de consumidor busqué un lugar que tuviera gente haciendo fila, ya que eso es muestra de que son buenos y la gente está dispuesta a esperar para comprar.
Ya almorzado, y nuevamente en el techo, a continuar con mi labor. Al paso de las horas y confrome va avanzando el trabajo, es increíble, pero las tinas de impermeabilizante se vuelven cada vez más pesadas, todas se ven iguales por fuera, pero vaya que cada una pesa más que la anterior. Esto lo sentía cada vez que subía una tina usando la soga que me servía de transporte de materiales desde la planta baja.
Dentro de la experiencia de trabajo, al inicio del día me sentía como Pepe el Toro trabajando, hasta cantando de alegría, pero ya para la cuarta cubeta entendí aquél dicho que dice no es lo mismo los 3 mosqueteros que 20 años después, además de que al final del día me sentía como el Tuerto y comencé a pensar “yo lo maté… Pepe El Toro es inocente”
La satisfacción de un trabajo bien hecho
No pasó mucho tiempo antes de que mi trabajo fuera puesto a prueba con más lluvias, sobreviviendo satisfactoriamente.
Además de la experiencia, el ejercicio y el cansancio subsecuente, tengo la satisfacción de decir que yo pude impermeabilizar la casa y que me quedo muy bien.
Eso sí, les juro que no lo vuelvo a hacer... a menos, claro, que mi conejita me lo ordene.
Así la vida de mil usos
La necesidad es la madre de la invención - Platón
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